Durante 60 años, los héroes más poderosos de la Tierra se han enfrentado a dioses y monstruos y los han hecho llorar. Pero por fin se toparon a una amenaza que no pudieron derrotar: un soperutano director.

Pero empecemos por el principio.

I. Year One

Por razones que encuentro inexplicables, Christopher Nolan, uno de los más grandes cineastas de nuestros tiempos, blandiendo la influencia que se ganó gracia a su magnífica trilogía del Caballero de la Noche, recomendó a los ejecutivos de WB a Zack Snyder, un director que tenía en su haber una deplorable fantasía racista y una pueril adaptación de una de las mejores novelas gráficas de todos los tiempos para marcar la pauta de un incipiente universo fílmico de DC cuyo propósito era competir con el éxito inusitado del Universo Cinemático de Marvel. Su primer intento fue Man of Steel, una modernización execrable diseñada para todos aquellos enajenados que consideraban a Superman como un héroe obsoleto.  El estudio lo recompensó no con una, sino que tres subsecuentes entregas dentro de la serie. Fue hasta su segundo intento, Batman v Superman: Dawn of Justice, una miserable basura cinematográfica que englobaba las fantasías adolescentes más despreciables del género, la que hizo que por fin el estudio se diera cuenta de su increíble error. Dicho error sería muy difícil de corregir: una semana después del estreno de Batman v Superman el inicio del rodaje de Justice League estaba programado para empezar.

Durante el rodaje de Justice League, el estudio se encargó de que aquellos comentaristas que tenían una reacción negativa al trabajo de Snyder tuvieran acceso a la filmación, para sosegar sus preocupaciones y asegurarles que esta entrega no sería tan “oscura” como las anteriores. Tendría más humor, aseguraron; sin embargo, las enormes inferioridades de Snyder como narrador – así como su perversa definición conceptual del heroísmo – no serían tan fácilmente resueltas. Joss Whedon había entrado en pláticas para realizar una película de Batgirl para WB, y pronto se reveló que se encargaría además de arreglar y pulir el guion de Justice League, con miras a un extenso período de filmación adicional. Cuando Snyder deja el proyecto por motivos personales, Whedon toma las riendas de la cinta y se da a la tarea de completarla. Tanto Whedon como Snyder son directores con sellos directorales muy notorios, así que prestando atención a la cinta y las múltiples filtraciones (aunque no sin algo de especulación) se puede elucidar qué fue exactamente lo que acabó realizando Whedon y cómo impactó el producto final.

Veamos.

II. Tower of Babel

Una de las primeras órdenes del día en el intento de rescatar Justice League era recortar lo más posible lo que con cariño y afecto llamo Bullshit Plot Crap – todos esos elementos del guion como macguffins, pistolas de Chekhov y demás que son por lo general basura cuando se concentran en grandes cantidades. Snyder no es el único que comete esta ofensa – las películas de Marvel han girado alrededor de 6 de ellas por una década – pero es uno de los peores al respecto. Batman v Superman tiene horas de ella (en especial la versión extendida). Whedon decide recortar la BPC al mínimo posible para hacer la trama entendible: Steppenwolf busca las tres Mother Boxes para formar “La Unidad” que le permitirá crear un Apokolips en la Tierra.

El segundo paso fue eliminar la deplorable visión Randiana del heroísmo que Snyder imprimió con una claridad cristalina a sus dos anteriores películas. En el mundo de Snyder, el altruismo heroico es una carga horrible que debe de ser castigada porque los seres humanos solo nos interesamos en oprimir a nuestros superiores, un bello mensaje que sin duda podremos a plenitud ver cuando Snyder cumpla su sueño de adaptar The Fountainhead de Ayn Rand, un vehículo mucho más apropiado para sus adolescentes creencias y disminuidas capacidades. Whedon logra esto principalmente usando de medio a Wonder Woman y Batman cuando el murciélago  hoy le hace notar a Diana la incongruencia de su exilio de un siglo (algo que sin duda a Snyder ni siquiera le había pasado por la cabeza) y mediante una breve inserción al final de Diana inspirando a un grupo de niñas, llevando al personaje más cerca de la línea pautada en su maravillosa película bajo la mano de Patty Jenkins. La admiración que, de manera súbita y repentina, Batman muestra por Superman es también el sello de Whedon, junto con todas las declaraciones que se hace sobre el personaje y como “la esperanza murió con él” ya que, recordemos, el mundo de Batman v Superman era un mundo horrible y paranoico que no apreciaba a Superman – Justice League en más de una ocasión le pide al público ignorar lo ocurrido en su deleznable predecesora, algo que cualquier persona de buen gusto puede apreciar.

La idea del heroísmo altruista de los héroes salvando vidas la trata de mostrar Whedon con algo que sería su sello en sus películas más conocidas, las dos de The Avengers para Marvel, de no ser porque, irónicamente, en ambas películas han quedado parcialmente en el piso de edición: la subtrama de familia rusa que es salvada durante el climax por Flash y Superman es enteramente su creación.

A grandes rasgos, y con algunas excepciones, se puede decir que los directores trabajaron en las siguientes escenas:

Si es una escena de acción con CGI de alto presupuesto, o es una escena con la que algún adolescente se pueda masturbar, ya sea por dónde decide enfocarse la cámara en Wonder Woman o porque aparece un auto concepto de un videojuego, es Snyder.

(Para los que dicen que es lo mismo el género del que está detrás de la cámara, solo noten cómo filma Zack Snyder a Gal Gadot vs cómo lo hizo Jenkins)

Si una escena trata de resumir el BPC, tiene dos o más superhéroes con un énfasis en la caracterización, o tiene superhéroes salvando vidas, es Joss Whedon. También si tiene algún chiste de doble sentido. Whedon es cochinote.

¿Cómo resulta esta impía mezcla de directores con sensibilidades diametralmente opuestas?

Mejor de lo que se podía esperar, pero este Frankenstein no se va a convertir en un modelo de belleza – hay que aplaudirle que al menos pueda caminar.

III. A League Divided

 

Uno de los más grandes problemas conceptuales de la cinta que, para variar, no fue culpa del torpe director asignado originalmente, fue la insistencia del estudio en realizar un curso de acción que solo puedo ser descrito como “No Marvel”. Mientas que Joss Whedon tenía todas las piezas que necesitaba para ensamblar a sus poderosos héroes, Justice League tenía la labor de introducir a 3 nuevos personajes: Flash, Aquaman y Cyborg, algo que nunca se había hecho de manera similar en una película de superhéroes. Bryan Singer pudo introducir a todos los X-Men básicamente ignorando a todos y enfocándose en Wolverine y Rogue. Se podría argumentar que James Gunn introdujo a todo un equipo en Guardians of the Galaxy, pero todos ellos estaban estrechamente unidos a la temática de la cinta y aunque no digo que un director y un escritor de enorme talento pudieran hacer lo mismo con Flash, Aquaman y Cyborg, tendrían que haberlo hecho de cero y no mediante parches de última hora hechos a un producto mediocre de un incapaz cineasta.


De los tres, el que resulta más efectivo es el Velocista Escarlata. Como en la mayoría de sus apariciones modernas, tiene más del clásico Wally West que del estoico Barry Allen de la Era de Plata, y Ezra Miller lo interpreta con gusto y efervescencia. Se dice muy poco de su origen, pero la conversación con su padre en la cárcel es suficiente para darnos una idea de su dimensión como personaje, además de que el carisma de Miller hace que funcione su papel como el novato del grupo, con un arco relativamente bien realizado sobre el descubrimiento de su valentía. Si quedaron en el piso de edición algunas de sus escenas, él fue el que menos las necesitó.

Aquaman resulta más problemático, con todo el trasfondo de su situación en Atlantis reducido a un despliegue de exposición mediante su otrora pareja sentimental Mera. Las escenas con Vulko (interpretado por Willem Defoe) en las que, ostensiblemente, de alguna manera se le otorga su armadura y tridente (¿pentadente?) fueron eliminadas, lo que hace de la transición entre su última aparición hasta que lo vemos enfundado en su atuendo real algo bastante forzado. También tiene problemas en su caracterización, ya que oscila entre hosco y terso y jovial y lleno de vida, lo que indica una fricción entre la visión de Snyder y la de Whedon que no se pudo resolver. Nada de esto sería un problema si DC no se hubiera empecinado en la antes mencionada mendruga idea de no querer repetir a Marvel y hubiéramos conocido a Aquaman en su propia entrega antes de su aparición en esta cinta.

El peor caso es el de Cyborg. A diferencia de los demás, su origen sí era relevante a la trama, dada su conexión con la tecnología extraterrestre, y muchas de sus escenas fueron eliminadas dejando poco más de un esbozo de trama en el que el personaje recupera las ganas de vivir. Con excepción de Batman, Cyborg parece ser el personaje que más le interesaba a Snyder, un gusto que Whedon no comparte, ya que fue de las primeras bajas en su intento de reducir la duración de la cinta a la duración impuesta por el estudio.

A pesar de estas deficiencias de desarrollo y caracterización, Miller, Momoa y Fisher son lo suficientemente carismáticos como para sacar a flote sus personajes, mas no así con Steppenwolf, que ni la voz imponente de un talentoso actor como Cierán Hinds es suficiente para rescatar algo del que es posiblemente el peor villano en una película de superhéroes. Steppenwolf es un villano hueco, vacío, que no tiene personalidad, motivación, trasfondo ni nada que justifique su existencia más allá de ser el jefe final en la inevitable pelea con CGI de videojuego. Dado que es un personaje enteramente creado mediante caros efectos por computadora, había muy poco que Whedon pudiera hacer al respecto para modificarlo, resultando en un villano tan plano y desprovisto de cualquier cualidad redentora que hace ver a cualquier otro villano de película de superhéroes como un Joker de Heath Ledger en comparación. Malolandia ya tiene presidente.

En el caso de los superhéroes que ya conocíamos – Batman y Wonder Woman – es obvio que Whedon también hizo su labor con ellos. Batman es mucho más humano, más falible, con menos poses y un sistema digestivo al parecer mucho más regular. Según lo que se ha filtrado, el plan original de la resurrección de Superman era una carrera entre los héroes y Steppenwolf (quien buscaba revivir al Hombre de Acero y así realizar el futuro que Bruce alucina en Batman v Superman), básicamente una pelea para ver quién tiene el arma más matona. En el corte de Whedon, la motivación para traer de vuelta a Superman proviene enteramente de Bruce, que busca resarcir los errores de su pasado, estableciendo que todo Batman v Superman fue un error estúpido que es mejor arreglar (¡Metaficción!). Con Wonder Woman, se trata de establecer que es ella, y no Batman, quien debería ser la líder de la Justice League, un concepto que obviamente jamás se le ocurriría a Snyder y que proviene principalmente de que todos, absolutamente todos, saben que Wonder Woman es el único personaje destacable y bien adaptado de este universo.

Nada de esto es sutil, o incluso bien realizado – el constante choque entre visiones se encuentra presente en cada cuadro de la película. Poco de lo que vemos es coherente, ya que dichas visiones son en ocasiones fundamentalmente opuestas entre sí. Las fallas estructurales que ocasionan – es imposible rehacer una película filmando solo una décima parte de ella – amenazan con destruir cualquier dejo de esperanza de tener una película de calidad estelarizada por la Liga de la Justicia. Y si somos honestos, lo hacen; Justice League es una película sin visión: no es una película de Zack Snyder ni de Joss Whedon. Puedo haber sido peor, sí, pero eso no significa que el resultado final fue bueno. Tiene demasiado Snyder como para que siga siendo una cinta hueca, y no tiene suficiente Whedon para convertirla en una buena cinta.

Se necesitaría de Superman para salvarla.

IV. Libery and Justice

 

El Superman de Zack Snyder es una de las más nefastas y detestables interpretaciones del Hombre de Acero en su 80 de años de existencia, sin importar lo que los enajenados quieran argumentar. El Superman de Joss Whedon, por su parte, es el articulo genuino, y demuestra por fin que Henry Cavill tiene las dotes para llevarlo a la pantalla.

De todos los posibles cambios que Whedon le hizo a la cinta, este es el más fácil de probar, ya que necesita cero especulaciones. Ya que Cavill se encontraba filmando la sexta entrega de Tom Cruise es Fantastico (en ingles Mission: Impossible) los ejecutivos de Paramount se negaron rotundamente a que se rasurara el vello facial, por lo que para las nuevas escenas de Whedon, tuvieron que removérselo digitalmente…y no hicieron un gran trabajo. Se nota en todas sus escenas.

Por eso, podemos decir a ciencia cierta que si el rostro de Cavill se ve como un perturbador actor CGI de Robert Zemeckis, es de Whedon, lo que significa que el 99% del Superman que vemos, con excepción de una escena y la mayoría del CGI de batalla, es de Joss Whedon.

Y eso hace toda la diferencia.

Desde el mero inicio de la cinta, con Superman siendo grabado por unos niños, vemos a Superman como debería de ser: seguro de sí mismo, confiable, amable y siempre sabiendo qué decir, con dialogos que resaltan su optimismo y humanidad. Este no es el Superman que flota entre las sombras, con los ojos rojo brillante, amenazador; es el Superman de All-Star Superman, que está sentado plácidamente en las nubes – el confiado protector de la humanidad.

Este es el Superman que importa. El Superman que con toda la sinceridad del mundo llega en medio de la batalla proclamando que es “un gran fan de la verdad” y le gusta la justicia; el que sabe que lo que más importa no es patear al villano sino asegurarse antes que no haya gente en peligro. Es el Superman que, como el mismo Batman lo dice, necesita el mundo.

¿Acaso importa que esto se sienta forzado? ¿Que la película trata de hacernos ignorar el deleznable mundo que retrató en Batman v Superman? ¿Qué la admiración y cariño que Batman profesa en Justice League es incongruente con lo que conocemos de los personajes vis-a-vis sus películas anteriores?

No, porque Whedon reconoce la fuerza simbólica del personaje, y lo refleja probando que, no importa cuántos escritores o directores traten de rebajarlo a sus niveles y arrastrarlo por el fango, Superman es más grande que ellos.

El Superman de Joss Whedon actuado por Henry Cavill logra por fin descartar ese hoyo negro que solía ser ese personaje en el universo fílmico de DC para convertirlo una vez más en el faro de luz y esperanza que se merece el primer y más grande superhéroe de todos. Whedon reconoce el poder que representa Superman como para terminar la cinta con un bellamente cursi (como debe de ser) discurso de Lois que finaliza con el inmortal “Up, up and away” mientras Clark, que no sabemos ni cómo recuperó su identidad civil ni nos importa, se abre la camisa para revelar la S que, por fin, significa esperanza. En este contexto, la frase toma un nuevo significado: hacia arriba, y alejándose de ese agujero malsano de asquerosa podredumbre en el que Snyder había enterrado a Superman.

Es poético: el Superman de Zack Snyder murió en Batman v Superman. El Superman de Joss Whedon toma vuelo en Justice League.

V. New World Order

No cabe duda que Justice League es una deprimente oportunidad perdida. No se tiene esa sensación de emoción pura y emoción desbordante que Whedon logró en esa clásica toma en la que se reúnen los Avengers por primera vez. Es el resultado de una pésima planeación y peores desiciones, y los intentos por retomar el camino correcto se sienten insuficientes. Los parches y huecos que resultan de los dos directores son imposibles de ignorar. Esta no es la película que la Liga de la Justicia, o sus fans, merecen. Pero la aparición del verdadero Superman y un decidido cambio tonal son un paliativo suficiente como para no descontarla completamente. Cavill, Momoa y Miller merecen una película que le haga justicia a sus capacidades y a sus personajes. Justice League no es esa película, pero al menos nos deja entrever que la próxima vez que se reúnan, pueda ocurrir.

–Héctor

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