El mundo de los cómics, que en estos días es todo el mundo, está de luto. A las primeras horas del lunes 12 de noviembre del 2018, Stan fue transladado a las instalaciones del centro médico Cedars-Sinai debido a una emergencia médica. Alrededor del mediodía las agencias de noticias confirmaron la noticia del deceso de esta irreemplazable Estrella gigantesca a los 95 años.
Stan Lee nació con el nombre Stanley Martin Lieber el 28 de diciembre de 1922 en la ciudad de Nueva York. Hijo de inmigrantes judíos de Rumania, desde joven tuvo aspiraciones literarias de escribir la «Gran Novela Americana», el uso del seudónimo por el que se le conocerá por siempre tuvo esa razón como origen: quería guardar su nombre real para cuando fuera reconocido como un escritor «de verdad». El destino tenía otras cosas en mente para él. En su adolescencia, Lee atendió la preparatoria DeWitt en el Bronx, que fue prácticamente la cuna de los cómics, y entre otras luminarias albergó a otros padres fundadores del cómic como Will Eisner y los creadores de Batman Bill Finger y Bob Kane.
Fue gracias a su familia que inició su carrera en los cómics. Joe Simon, co-creador de Captain America y en ese entonces editor, recordaría décadas después como un día el tío de Stan Robbie Solomon lo llevó a las oficinas de Timely (predecesora de Marvel Comics) y le dijo que era el sobrino de la esposa de Martin Goodman. Simon contrató a Stan en ese momento y el destino de la compañía y del joven escritor se verían entrelazados de ahora en adelante.
La jovialidad de Stan Lee lo hizo una estrella naciente en la compañía y pronto se convirtió en editor. El mundo real se interpuso y como todo joven físicamente capaz fue reclutado en la Segunda Guerra Mundial. Lee no vio combate, ya que vieron que su talento yacía en otros menesteres, y le fue encargado la redacción y creación de videos y manuales de entrenamiento. Una vez que terminó la guerra, Stan volvió a los cómics.
Pero la guerra había también cambiado la cara de la industria. Los superhéroes, que tanto éxito habían tenido en los años anteriores, se encontraban fuera de moda y obsoletos, así que la compañía de Martin Goodman tuvo que enfocarse en otros géneros. A finales de la década de los 50s, Lee iniciaría la mancuerna con un dibujante que regresaba a las filas de Timely para realizar cómics de monstruos: Jack Kirby.
En otra compañía, las cosas empezaban a cambiar. En DC Comics, habían traído de vuelta a Flash, con otro nombre bajo la máscara y un vistoso y cinematográfico disfraz muy distinto al personaje de los 40s y había iniciado lo que después se conocería como la Era de Plata de los comics. Estos personajes revitalizados se unieron en un solo título para dar pie a la Justice League of America.
Así fue que en 1961 la compañía de Martin Goodman se encontraba en una encrucijada. Mientras que en DC Comics estaban las estrellas, los Curt Swans o Gil Kanes, en Marvel era puro don nadie fracasado como Stan, o viejos acabados como Jack Kirby. Durante toda su existencia, la compañía de Goodman había sido una seguidora de modas, y fue así que Goodman le pidió a su sobrino que copiara el éxito de Justice League of America y que escribiera un cómic de equipo de superhéroes. Stan estaba desilusionado de su trabajo y había considerado renunciar, pero según dice la leyenda, su esposa le pidió que si iba a hacer un último intento, dejará de escribir comics para otras personas y que escribiera algo que él quisiera leer.
La diferencia entre «Fracasado» y «Acabado» y «Éxito que cambiaría para siempre la cara de la cultura pop en el mundo» resulto ser de un adjetivo y un número. Stan Lee y Jack Kirby fueron pésimos siguiendo el mandato de Goodman. Fantastic Four no fue una copia de Justice League of America, fue algo completamente nuevo y diferente. El talento natural de Stan para diálogos naturalistas y personajes humanos resultó ser el complemento ideal para la explosión creativa de las páginas de Jack, y el éxito no termino ahí. Durante los siguientes años, Stan y Jack crearon los cimientos del universo Marvel con personajes como Hulk, Iron Man, los X-Men, los Avengers e incluso rescataron del olvido una antigua y olvidada creación de Kirby: Captain America.
Junto con Steve Ditko, otro Fracasado, Stan creó lo que sería uno de los personajes más famosos y queridos no solo de los comics, sino de toda la ficción: Spider-Man, y se dieron el lujo de crear juntos otro memorable personaje, el hechicero supremo conocido como el Doctor Strange.
Mientras que los personajes de DC eran considerados «perfectos», las co-creaciones de Stan en Marvel eran reconocidos por sus fallas morales (como Spider-Man) o físicas (como Iron Man) lo que los hacia accesibles e identificables al público, pero eso no era todo; la voz editorial de Stan Lee era única y diferente a todo lo que se conocía. Stan le hablaba directamente a los fans y los hacía sentir como si fueran parte de las historias, y que estaban siendo directamente relatadas a ellos. Los fans de Marvel eran parte de una comunidad.
Es imposible de sobreestimar la influencia de Stan Lee en la industria de los cómics. Su bravura, energía y dinamismo cambiaron la manera en la que se escriben las viñetas de cuatro colores. Unos años después del inicio de la Era Marvel, sus comics convirtieron a la compañía de fracasados en la más grande y exitosa de la industria. Otras compañías desde entonces han seguido la marca pautada por Marvel, adaptando sus comics para un mercado que esperaba distintas historias, más ricas en caracterización y en representación del «mundo real». Todo esto llevó a la dominación casi total de la industria del comic por décadas.
La dominación mundial tardó un poco más, pero seguramente llegó. Los personajes co-creados por Stan saltaron de las paginas a otros medios, y las películas protagonizadas por los personajes de Marvel han recaudado la inimaginable suma de más de 30 mil millones de dólares en taquilla. Spider-Man o Iron Man ya son tan reconocibles como Batman o Superman, y ya son parte del inconsciente colectivo de la cultura mundial, no solo por el enorme talento de los involucrados en llevarlos al cine, sino por la esencia de la irreducible humanidad infundada bajo la pluma de Stan Lee.
El más grande papel de Stan fue el de Embajador de Marvel. Después de dejar sus obligaciones editoriales y creativas en la compañía, se convirtió en el heraldo que llevaba las bondades de los personajes de Marvel a las masas, culminando en sus múltiples apariciones en las películas de los personajes de la compañía.
El que Stan se convirtiera en la cara de Marvel era inevitable. El mundo de los comics siempre fue muy reducido para él, y con su carisma y personalidad era más similar a una estrella de Hollywood que la de un creativo. Stan quería ser reconocido como escritor y aunque no fue como esperaba, logró un reconocimiento que muy pocos autores alcanzan. Tal vez ya no esté con nosotros, pero su nombre permanecerá siempre en los corazones de millones de fans alrededor del mundo, y sus personajes continuaran con sus grandes relatos de inspirador heroísmo que permanecerán siempre en nuestra memoria.
EXCELSIOR.