I am a human.

 
Arrival es la mejor clase de película.
 
Hay una escena en la película, cuando llevan a la doctora Louise Banks (Amy Adams) a conocer a los “Heptápodos” por primera vez, donde el grupo de científicos y militares ascienden hacia las entrañas de la nave espacial en un elevador. A la mitad del camino, el elvador se detiene, y la doctora se sorprende cuando nota el cambio de la gravedad local. Con un simple salto, empiezan a caminar perpendicularmente a lo largo del tunel de entrada; lo que antes era hacia abajo, es ahora hacia atrás – un cambio de perspectiva.
 
Todo el propósito de Arrival es sobre el cambio de perspectiva.
 
Basada en la historia corta del (bastante aclamado) autor Ted Chiang “Story of Your Life”, Arrival trata sobre lo que ocurre cuando 12 naves espaciales llegan a la Tierra. La intención principal de los gobiernos de la Tierra radica primero que nada en entablar comunicación con estos seres para conocer el motivo de su visita. La tarea de descifrar su lenguaje hablado y escrito cae sobre los hombros de la Dra. Banks, una lingüista especializada.
 
 
La historia – tanto del libro como de la película – basa mucho de su teoría en la Hipótesis Sapir-Whorf. La idea detrás de esta hipótesis se centra en la idea de la “relatividad lingüística”, es decir, que el pensamiento y la cognición se encuentran ligados inextricablemente a un lenguaje determinado. En otras palabras, el lenguaje que usamos determina la manera en la que interactuamos y describimos la realidad. Una idea (errónea) comúnmente asociada con esta teoría radica en la creencia de que la tribu Hopi de Norteamérica no tenían concepción del tiempo. Aunque esa parte de la hipótesis se refutó eventualmente, hipótesis Sapir-Whorf sigue siendo parte importante de la lingüística, y un terreno fértil para historias de ciencia-ficción. Después de todo, no necesitamos conocer de lenguaje para darnos cuentas que no todo se traduce fácilmente a otro idioma. Muchos estamos familiarizados con el termino alemán “Schadenfreude”, pero no es la única. Los alemanes también tienen la palabra “Backpfeifengesicht” para describir una cara que urgentemente necesita conocer un puño, como alguien que constantemente “Sgiomlaireachd”, que es como se dice en escocés gaélico cuando te interrumpen mientras comes.
 
La idea del lenguaje dando forma a la realidad cultural es algo que se usa de manera común dentro del género (“Los Klingon tienen 12 palabras para “guerra” y ninguna para “abrazo””, o algo por el estilo), pero rara vez forman parte tan fundamental de la trama como en Arrival. Mediante el cuidadoso análisis de la escritura de los Heptápodos, la doctora Banks descubre que su lenguaje escrito describe la forma que tienen de ver el universo: la manera en la que estructuran un enunciado revela que saben cómo va a terminar este antes de que siquiera empiecen a escribirlo; o sea, su percepción del tiempo es complemente distinta de los humanos.
 
 
En una desafortunada omisión, Ted Chiang lo describe en la historia usando el teorema de Fermat, (que dice que un rayo de luz siempre va a seguir el camino que le tome menos tiempo viajar) y un haz de luz atravesando agua. Sabemos que por la refracción, un haz de luz va a cambiar de dirección al atravesar agua, un medio por el que viaja más lento que, por ejemplo, el aire. Sin embargo, todo esto contribuye para probar el teorema de Fermat. Contrario a lo que podría parecer lógico, si ese haz de luz viajara en línea recta desde su inicio hasta su punto final, tomaría más tiempo, porque tendría que atravesar un camino más largo bajo el agua. Es un problema en parte filosófico, porque hace parecer que como si la luz supiera exactamente qué camino tomar desde un inicio.
 
Es una pregunta que Chiang usa para ejemplificar la diferencia entre los humanos y los heptápodos. Los humanos vemos el tiempo de manera estrictamente causal; el haz de luz inicia su travesía y al momento de tocar el agua cambia de trayectoria. Los Heptápodos ven al tiempo como simultaneo – el haz de luz sabe qué camino tomar porque sabe cuál es su destino final.
 
 
Todo el trasfondo científico que tiene la película es fascinante, pero por más dulce que sea su ciencia, la maravilla de Arrival radica en qué hace con ella.
 
La primera parte es cómo muestra lo importante que es la comunicación. Mientras que la doctora Banks trataba a como diera lugar de saber qué decían los Heptápodos, los humanos se encontraban con miedo y desconfianza al desconocer su lenguaje. Eso lleva a una falla en la comunicación entre la humanidad misma, cuando las naciones del mundo deciden cortar el contacto entre ellas en preparación de un ataque contra los extraterrestres.
 
¿No es eso lo que ocurre hoy en día?
 
No necesitamos ser de otro planeta ni escribir o hablar en idioma estelar para no entendernos. Podemos incluso hablar el mismo idioma y ni así entender qué es lo que otras personas quieren decir; inmediatamente nos asignamos tribus con un enfoque en particular y somos completamente incapaces de siquiera considerar una perspectiva diferente. Hablamos y escribimos en un volumen muchísimo más grande que en cualquier otra etapa de la humanidad, y seguimos sin entendernos en lo más mínimo.
 
Mi mantra parece ser que la Ciencia Ficción de calidad es la que usa la ficción para decirnos algo sobre el mundo en el que vivimos, y Arrival tiene mucho que decirnos sobre la empatía y la comunicación.
 
Pero toda la ciencia, la metáfora y la alegoría se viene abajo sin algo que las ancle de una forma humana y accesible, y todo el cerebro y la inteligencia se complementa de manera perfecta con la irreducible humanidad que el director Denis Villeneuve logra imprimirle a la cinta gracias a la perfecta ejecución de Amy Adams en el papel estelar. Para poder prevenir una catástrofe, Banks necesita aprender el idioma de los Heptápodos, y de igual manera que estudios parecen indicar que el aprender un nuevo lenguaje ayuda a la prevención del Alzheimer (esencialmente, ‘reescriben’ el cerebro), el aprender el lenguaje extraterrestre expande su percepción temporal y empieza a ver el tiempo como lo hacen los alienígenas. Su viaje emocional a lo largo de la cinta es lo que le da esa cualidad humana a las cuestiones filosóficas que presenta. El personaje de Louise Banks refleja una de las preguntas inmortales: el libre albedrio y la predestinación. ¿Cómo se puede ejercer el libre albedrió cuando se conoce el futuro? ¿Cuál es la diferencia? El resultado que vemos en la cinta no es un debate frio y emocional, sino uno lleno de compasión y calidez.
 
 
En un ambiente cinematográfico en el que es muy difícil conseguir dinero para hacer algo que no sean superhéroes (como prueba, los créditos de casas productoras son casi tan largos como los de los actores) Arrival desafía las expectativas y se atreve a ser una película que incluso llamaría necesaria.
 
Llamo a Arrival la ‘mejor clase’ de película no porque sea un claro ejemplo de ciencia ficción inteligente – hay bastantes ejemplos de películas muy inteligentes que sin embargo resultan una muestra de frialdad estéril, ni tampoco por su bella y profunda calidad humana; la llamo la mejor clase de película porque resulta en una combinación perfecta que recuerda las sabias palabras de Roger Ebert sobre el cine, que me tomo la libertad de copiar de su ensayo “Life Itself”:
 
We all are born with a certain package. We are who we are: where we were born, who we were born as, how we were raised. We’re kind of stuck inside that person, and the purpose of civilization and growth is to be able to reach out and empathize a little bit with other people. And for me, the movies are like a machine that generates empathy. It lets you understand a little bit more about different hopes, aspirations, dreams and fears. It helps us to identify with the people who are sharing this journey with us
 
Arrival es una cinta que te hace pensar no en lingüística alienígena o Fermat (aunque es bastante fascinante hacerlo) sino que te hace pensar sobre los demás, que te hace pensar en cómo nos relacionamos no con seres de otra galaxia sino con otros humanos. Te hace maravillarte de la precisión necesaria para llevar una historia así en la pantalla, en el trabajo de Chiang, de Villeneuve, del escritor Eric Heisserer que se encargó de adaptarla y de Adams y de todo el grupo de actores que la apoyaron.
 
Cualquier película de Ciencia Ficción que tome la ciencia de manera seria y que tenga la posibilidad de que haga que alguna persona se interese y busque más sobre el tema la considero un éxito desmesurado, ¿pero una película que tenga la posibilidad de motivarnos a entendernos los unos a los otros? Ni siquiera tengo un estándar para eso, porque muy pocas cintas lo logran, y Arrival es una de ellas.
 
–Héctor

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