The Rebellion is reborn today. The war is just beginning. And I will not be the last Jedi.
Quentin Tarantino escribió en Pulp Fiction que solo hay dos clases de personas: personas Beatles y personas Elvis, pero en mi opinión las dos clases de personas que existen son los Lukes y los Hans (hay muy pocos que pueden decir que son tan badass como para ser Leias) y esa decisión describe sus personalidades y sus afinidades.
Siempre he sido un Luke, desde que vi Star Wars por primera vez mi personaje predilecto siempre ha sido el granjero de Tatooine, así que esperaba con trepidación el octavo episodio de la saga numérica de Star Wars. ¿Qué le tenía preparado el director Rian Johnson al ya no tan joven Skywalker? Más allá de toda consideración, el destino final del vástago de Anakin Skywalker sería el que determinaría mi visión sobre la cinta.
I. Turmoil Has Engulfed
Pero antes de hablar de Luke Skywalker, hablemos de los demás elementos que componen la cinta. Uno de los más sobresalientes es lo visualmente esplendorosa que resulta. Es posiblemente la más bella cinta de Star Wars que se ha filmado, con todos los escenarios vívidamente creados para resaltar sus cualidades familiares y desconocidas. Vemos a Luke y su vida cotidiana en el lejano planeta acuático de Ahch-To, un hermoso paraje siempre nublado (esto es importante) y habitado por diversas y muy interesantes criaturas. Los más notados son los adorables Porgs, pero los Lanai – unas especies de monjas anfibias – son igualmente interesantes y en unos pocos segundos Johnson nos da un vistazo de lo que sería su vida.
Del otro lado de la galaxia, tenemos a Canto Bight, una locación que nunca habíamos visitado en Star Wars (y no me refiero geográficamente) que es en palabras de Johnson un poco del Monte Carlo, opulento y elegante, de To Catch a Thief. El casino de Canto Bight es introducido de una manera que homenajea a Wings, la película de 1927 que fue la primera ganadora al Oscar a Mejor Película, y una vieja conocida para los fans de Star Wars, porque sus realistas batallas aéreas fueron las que George Lucas uso de templete para llevar sus duelos espaciales a la pantalla en 1977. Y justo como Lucas, Johnson toma de Kurosawa, de Kagemusha – que por cierto Lucas financió para su héroe – para el esplendor visual que es el trono de Snoke, e incluso de Rashomon, cuando vemos tres puntos de vista distintos sobre un mismo suceso, en lo que debe de ser la más sutil, genial y difícil referencia a Kurosawa que se ha hecho en una película de Star Wars. En forma, The Last Jedi despliega su carácter y alma como cinta de Star Wars, que en esencia son unas cartas de amor al cine.
II. Assist the overwhelmed Jedi
No perdamos el tiempo discutiendo la trama, ni Johnson tenia demasiado interés creándola ni yo en hablar de ella. Tiene cosas sobre “biohexadecimales” y escudos y tecnobalbuceo que realmente solo sirven para darle un ritmo frenético a la cinta. Los que nos concierne a todos, lo que le importa a Johnson como cineasta y a mí como fan, son los personajes. El primero de nuestros héroes es Poe Dameron, interpretado por Oscar Isaac, que el internet me dice es de esos que puede traer una camisa que diga “las mujeres me quieren y los hombres quieren ser yo” y nadie le dice nada.
El problema con Poe era que estaba destinado a morir en The Force Awakens después de rescatar a Finn, por lo que su papel en la saga se encontraba elusivo y tenía que ser elucidado. En The Last Jedi se establecen sus características desde el principio y son amplificadas al máximo: es el mejor piloto de la Resistencia. Sus asombrosas capacidades que lo hacen valiente y arrojado también lo vuelven arrogante y rebelde; propenso a ignorar, desafiar y negar las ordenes que se le dan. Al igual que Han, es egoísta, pero su codicia no era hacia el dinero, sino por gloria personal. Es el tipo de personaje que suele ser recompensado por su personalidad, pero Johnson lo utiliza para darle un arco al personaje, donde para convertirse en el líder de la naciente Rebelión tiene que aprender mesura y cautela. Es una lección de los tiempos modernos que sin duda le causará escozor a los de frágil masculinidad: eventos terribles ocurren cuando nos negamos a escuchar a las mujeres que claramente saben mejor que nosotros lo que están haciendo.
Finn regresa, siendo el mismo personaje que vimos en The Force Awakens. Si bien no es un cobarde rastrero, sigue sin encontrar su lugar en el mundo – uno de los tantos recursos temáticos de The Last Jedi que la hacen una de las mejores de la saga. Su preocupación principal sigue siendo Rey, y no le importa desertar si con ello puede asegurarse de que esté a salvo. Si bien su misión periférica a Canto Bight ha sido criticada porque “arrastra” el segundo acto, tiene, entre otros, el propósito de mostrarle de mostrarle a Finn la necesidad de la rebelión: el “mundo más grande” que existe allá afuera, con la injusticia e inequidad que su limitado contacto exterior no le había permitido conocer. Su enfrentamiento (¿final?) con Phasma es un ritual purificador con el que al fin se despoja de sus incertidumbres y se proclama, con orgullo, todo un rebelde.
III. A Desperate Mission
Además de los personajes que conocimos en la anterior entrega, y los heredados de la trilogía original, The Last Jedi introduce tres nuevos personajes al canon de Star Wars. El más criticado es DJ, encarnado por Benicio del Toro. DJ es una subversión del arquetipo de Lando Calrissian. Lo conocemos como un hacker sin escrúpulos, que vende sus servicios al mejor postor, para después darnos cuenta que no es tan desalmado como parece cuando en un dejo de emoción devuelve el artefacto de incalculable valor emocional que había recibido como pago. Luego, claro, se revela que siempre sí es tan cruel como parecía y traiciona a nuestros héroes.
Si ha sido tan odiado demuestra su efectividad como personaje; se supone que lo debemos de odiar. Johnson lo utiliza en Canto Bight para mostrar un lado de la galaxia que nunca habíamos visto: uno en el que la opulencia y las clases sociales altas no les concierne la opresión generalizada en otros planetas. Habíamos conocido a las clases sociales bajas, y las altas solo en lo que respecta a los políticos, pero nunca este vistazo al mundo más allá del conflicto de las cintas. Y es el encuentro con DJ, ese personaje tan supuestamente inútil, una de las inspiraciones para Finn: “live free, don’t join”, dándole a nuestro ex-Stormtrooper una muestra de lo que su libertad – amoral y hueca – y su falta de compromiso implica.
Tal vez la secuencia de Canto Bight y DJ no son lo mejor de la cinta, pero sin ellos la complejidad temática de la cinta se hubiera visto disminuida, además de que introduce un elemento crucial que pone a The Last Jedi por encima de muchas entregas de la saga. Además, no puedo evitar admirar la manera en la que Johnson furtivamente utiliza Star Wars, una propiedad de Lucasfilm, propiedad de Disney, uno de los más grandes imperios capitalistas de la historia, para dar un furtivo mensaje anti-capitalismo.
De la Almirante Holdo no admito quejas; es uno de los más grandes héroes en una película de Star Wars, y Johnson, con ese constante ingenio de desafiar nuestras expectativas, la introduce como una antagonista, y Poe reacciona…como reaccionaria cualquier fan de Star Wars. Qué se cree esta tipa, con su chillante cabello morado y sin el porte de Leia o Mon Mothma, dando órdenes. Ridícula burócrata sin espina dorsal. Pero la callada sabiduría e irreducible heroísmo no se distingue por el aspecto físico ni por nuestras masculinas expectativas. Holdo tiene dos de las más bellas escenas en la película: la primera – escrita por Carrie Fisher – en la que emotivamente se despide de Leia y la segunda, cuando con estoico heroísmo usa el hiperespacio de una manera jamás vista antes. Que la Fuerza la acompañe.
El tercer personaje es tal vez el mejor de todos, y Johnson la introduce con una destreza sorprendente. Ya tenía la carga emocional del sacrificio de su hermana, y cuando la conocemos junto con Finn no puede evitar emocionarse como fan ante el imponente Finn, héroe de la Resistencia; sin embargo, no duda en ponerlo en su lugar cuando se da cuenta de que está a punto de desertar. Rose se revela como un personaje valiente, inteligente y perspicaz – es la que le tiene que explicar a Finn la Galaxia – y dispuesta a arriesgarse para salvar a las personas que quiere. Su rescate a Finn cuando este está a punto de sacrificarse resuena con los arcos argumentales tanto de Finn como de Poe (más la inserción temática de su previo encuentro con DJ) de una manera tan precisa que no se puede hacer más que aplaudir el estilo narrativo de Rian Johnson.
IV. First Victory
La mejor decisión que pudo haber tomado Lucasfilm fue centrar esta nueva trilogía en el personaje de Rey, y regresamos a ella justo donde se quedó: buscando quién es y de dónde viene. Como hizo con Han, quiere encontrar un padre en Luke y aunque al principio se muestra renuente, pronto logran forjar una conexión. Sus caminos siguen rumbos similares, y así como Luke tuvo que entrar al inframundo de Dagobah para darse cuenta que su mayor miedo era convertirse en aquello que odiaba, el viaje de Rey le revela que a lo que más le teme es aceptar que no necesita de nadie más para darle valía a su vida.
Ese temor es clave para interpretar que el “giro”, tan esperado durante dos años”, es tan brillante para The Last Jedi como “I Am Your Father” lo fue para The Empire Strikes Back. Como fans, queríamos algo que nos complaciera a nosotros. Queríamos que fuera la hija perdida de Luke, la nieta de Obi-Wan o la prima segunda de Mace Windu. Pero eso no es una buena historia. Nadie hubiera estado más feliz que Rey de saber que Luke era su padre, pero no solo no es una buena historia, no es buen Star Wars. La revelación de Vader es un magnifico giro no porque es sorprendente, sino por la manera en la que empuja carácter: el saber que su padre era el monstruo que odiaba era lo peor que podía escuchar Luke en ese momento; el saber que sus padres no eran nadie, y que ni siquiera les importó su hija, es lo más cruel que podía escuchar Rey, y justo como Luke, es lo mejor que le podía pasar a su personaje y a Star Wars.
Hace mucho tiempo (los 70s) en una galaxia muy lejana (California) Lucas solía describir a los Jedi en términos místicos y orientales. La Fuerza era algo que cualquiera podía acceder, y así la describe Obi-Wan, los Jedi eran solo aquellos que dedicaban su vida a ella (Aunque desde ese entonces ya hablaba de “Midichlorians”). Con el tiempo cambió de parecer, y la Fuerza se convirtió al servicio de una familia muy especial de la cual pendía el destino entero de la Galaxia. Una decisión brillante, en retrospectiva; fue este cambio el que convirtió a Star Wars de un pastiche de Flash Gordon en una saga clásica del cine.
Eso fue antes, ahora, tenemos una vez más la Galaxia entera de posibilidades. No se necesita ser un Skywalker para ser parte de la historia. Si recordamos las palabras de Yoda, esto es diferente solo en nuestras mentes. Tenemos que desaprender lo que hemos aprendido para darnos cuenta de la bella simetría y hermosa poesía que hacen en conjunto The Empire Strikes Back y The Last Jedi. El subtexto de The Last Jedi es sobre desmantelar sistemas religiosos y sociales opresivos, el metatexto es que para Star Wars no hay nada más opresivo que su fijación en un muy particular ADN.
Ninguna otra opción hubiera tenido la misma elegancia, simpleza e impacto. Busquen en sus corazones y sabrán que es verdad.