Disney + se apuntó un éxito total con «The Mandalorian«, desde la cantidad de suscripciones que obtuvo solamente por ver la serie en su segunda temporada, hasta dejar grabada una línea para la posteridad (al estilo «Star Wars«) la cual se suma a: «May the force be with you«, «I got a bad feeling about this» y «I’m one with the force, the force is with me«, entre otras que la saga aporta a la cultura popular.
«This is the way«, la frase en inglés que al doblarla al español se vuelve más poética utilizando la sintaxis que caracteriza al grandioso Yoda, es apropiada en muchos niveles, siendo el más importante el de mostrar el camino que Star Wars tomará en los próximos años, y el cual parecebrillante tanto para los fans, como para las arcas de Disney, que es, después de todo, de lo que se trata esto, un negocio en donde todos deben contar una relación ganar-ganar.
Jon Favreau muestra que sabe llegarle al nervio de los fans cuarentones de todas las franqucias; puso la piedra angular para que Iron Man fuera el héroe más importante de Marvel por encima de Spider-Man, y ahora enciende la chispa para un aluvión de series con las historias que me cautivaron de pequeño. Sí, yo soy de los viejitos cuarentones, ya casi cincuentones, que vimos el fenómeno nacer en su trilogía original en el cine, que nos conmovimos con el heroísmo de Luke Skywalker y nos sorprendimos hasta perder el aliento al saber quién era su padre.
Todas estas emociones volvieron a mí con la serie de Favreau, quien para decirlo en pocas palabras: sabe hacer bien el «fan service».
Las apariciones de personajes icónicos de la saga, ya sea de la trilogía original como de «Clone Wars«, se sintieron naturales y emocionantes, a diferencia de Lando Calrissian en «Rise Of Skywalker«, como ejemplo. Antes de que tengas la impresión equivocada, no, no soy «hater» de las secuelas, de hecho las disfruté mucho, y no las voy a atacar, hasta las voy a defender… «desde cierto punto de vista».
En «The Mandalorian» estuvieron mejor manejados los tiempos de aparición y el sentimiento de esos personajes sin ser ellos el centro de la historia, al punto de saltar del asiento y gritar como adolescente en concierto de Dua Lipa, en el momento en que cierto X-Wing aparece en escena, seguido de un guante negro, el cual desenfunda… ¡un sable verde! Para cuando este famoso Jedi patea traseros y muestra su rostro, las lágrimas nostálgicas ya estaban derramadas.
A diferencia de su protagonista, la serie se quita el casco y nos muestra su cara desde el principio. Estamos ante un “western” que no tiene otra pretensión mas que divertir y dar espectáculo, un show de matiné de sábado; pero al hacerlo también toca las fibras de lo que es una relación padre-hijo, de tal forma, que todos pueden relacionarse con los personajes principales y llegar a quererlos. Una fórmula redonda.
Otro de los aciertos fue el buen uso de las «rimas» audiovisuales de Star Wars, unos de los principios que estableció George Lucas.
Dado que hizo felices a todos, se comenzó a decir que esta serie había unido a los fans que atravesaban un cisma tóxico debido a las secuelas, y eso parecía ser… pero los tóxicos no descansan.
La aparente unión volvió a resquebrajarse con las peticiones de quienes odian las secuelas, pidiendo su remoción del canon, que se olviden de Rey, Kylo Ren y demás, para que se haga algo nuevo bajo lo planteado por The Mandalorian.
Lo paradójico es que parece ser que no vieron con atención por estar tan emocionados con Bobba Fett, Ahsoka Tano y Luke Skywalker. La serie se dedica en alma y corazón a establecer las bases y ser el puente que a todo el mundo le faltaba hacia «The Force Awakens«, «The Last Jedi» y finalmente «The Rise Of Skywalker«.
Así que no, «El Mando» no trata de descanonizar las secuelas, las busca validar, y más aún, hacerlas más fuertes. Entre tantas cosas podemos contar con la clonación experimental que se lleva a cabo para mantener a Palpatine con vida y que da a luz a la aparición de Snoke, además del ímpetu de Luke por formar una nueva orden Jedi buscando nuevos talentos… para entonces realzar la tragedia al ser su sobrino el que la destruye años después, llevándolo a una pequeña depresión la cual sobrellevaba con leche verde en una isla en el caribe.
La otra crítica que no se dejó esperar, fue la cantidad de series anunciadas por parte de Disney con historias de StarWars, subiéndose a la carroza del «Mando». Esas críticas no las entiendo y no las comparto. ¿Por qué me iba a enojar de ver Star Wars todo el año? No me gusta el asunto de «extrañar», lo viví de pequeño cuando tenía que esperar 3 años para saber si Han sobrevivía a la carbonita, ¿por qué es malo ver más series con estas historias que tanto me gustan? Es como el sexo, prefiero tenerlo varias veces al mes, que una vez al año, por más espectacular que fuera esa única vez.
Para estas líneas podrás haberte dado cuenta de que acepto y amo todo lo que se ha producido para la franquicia. Solo me gustan más unas películas que otras, prefiero unos personajes a otros, algunas cosas se pudieron haber hecho diferente, pero como no se hizo, acepto lo que hay y me emociono con lo que me fascina.
Es lógico que algunas historias estarán mejor hechas que otras, o mejor dicho, algunas historias me gustarán más que otras. Al haber más productos, cada quien puede identificarse con diferentes situaciones o personajes. Como resultado, habrá más fans de Star Wars, con la diversidad que es la clave de la fuerza en la actualidad, y por lo tanto, de la longevidad de la franquicia.
Esto lo comprobé al terminar ese último episodio de la segunda temporada, viéndola con mi «hijo postizo» de 10 años, quien terminó emocionado y quería más Star Wars; pidió una película para continuar, dijo que quería ver la que más le gustaba (ya vio toda la saga), y eligió a la tan criticada… «The Rise Of Skywalker«. Y de repente escuché una risa malévola… no era Palpatine, era J.J Abrams disfrutando su éxito.
— Esteban Gil
A Esteban lo pueden encontrar en Distorsión, donde nos habla de las historias más retorcidas y oscuras de la música, y de vez en cuando en Crónicas del Multiverso, donde siempre le tenemos una vela esperando su regreso.