¿Doctor Quién?
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La respuesta a esa pregunta no va para aquellos que ya están familiarizados con el show, sino para los que han oído acerca de él y no saben exactamente qué es, esperando que tal vez les despierte el interés para que le den una oportunidad al programa de ciencia ficción más antiguo del mundo; un show lleno de ingenio y carisma que ha permanecido dentro del gusto del público por más de cinco décadas.
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Entonces, ¿Qué es Doctor Who? Es un show británico que se estrenó el 23 de Noviembre de 1963, una fecha bastante desafortunada porque fue un día después del asesinato de JKF. Creado por Sydney Newman, C.E. Webber, Donald Wilson y Verity Lambert, el show se convirtió en parte del tapiz de la cultura pop de Gran Bretaña desde entonces, y aunque hubo un periodo de 15 años en el que el show se mantuvo en “hiato” (estaba efectivamente cancelado), desde su regreso ha tenido más éxito que nunca alrededor del mundo. El alcance que ha tenido es impresionante; desde 1963 ha habido 26 temporadas de la corrida original, más 8 temporadas desde que el show volvió al aire, dando un total de 814 episodios.
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Bueno, eso responde qué es el show, pero no quién es el Doctor. Eso es importante. El nombre del show es “Doctor Who”, el nombre del personaje es el Doctor. Y esa pregunta, como suele suceder, tiene varias respuestas.
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La más importante – y relevante dado el contexto – es: es un superhéroe.
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Es uno de los mejores superhéroes que hay.
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Puede sonar extraño; después de todo, por lo general asociamos a los superhéroes con la industria de los comics estadounidense, y un show de TV británica, ostensiblemente de ciencia ficción, parecería no entrar dentro del género, pero es la verdad: El Doctor es un superhéroe. Tiene superpoderes; usa trajes característicos; se dedica a salvar a los demás; tiene un elenco de apoyo; y tiene un método de transporte y armas muy particulares a su personaje; es distintivamente un superhéroe.
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Quiero comentar sobre su elección de arma, porque es una de las características que lo diferencia de otros superhéroes. Utiliza un destornillador. El destornillador sónico del Doctor es una de las armas más distintivas de la ficción, tan icónico y significativo como un batarang o la espada mítica del héroe que podemos encontrar en un sinnúmero de historias. Pero es un arma de paz. Por su misma naturaleza, es un instrumento que se utiliza para arreglar, no para destruir, y eso es algo intrínseco al personaje del Doctor: su disposición es pacifica; no arregla las situaciones con sus puños sino con su inteligencia. Los superhéroes frecuentemente se mencionan cómo modelos a seguir y en algunas veces lo son, pero por más que nos gusten no podemos obviar su propensión a la violencia. Si, el Doctor recurre en ocasiones a la violencia, y puede llegar a ser un show oscuro, pero no es la norma. Los mejores momentos del show ocurren cuando el ingenio y la compasión salvan el día de la violencia y la oscuridad.

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En un nivel menos abstracto, el Doctor es un extraterrestre del planeta Gallifrey, miembro de una raza llamado los Time Lords, una de las más antiguas del universo, reconocidos por la maestría con la que dominaron el viaje por el tiempo. Hambriento de aventura, el Doctor se roba una de sus máquinas para viajar por el tiempo, un T.A.R.D.I.S. (Time And Relative Dimension In Space). El T.A.R.D.I.S. es un vehiculo fascinante, más grande por dentro que por fuera, puede viajar por todo el tiempo y el espacio a voluntad. Los T.A.R.D.I.S. están dotados de un circuito camaleónico, que les permite camuflarse con sus alrededores, pero ese circuito en el T.A.R.D.I.S. del Doctor desafortunadamente hace mucho que dejó de funcionar, por lo que esta atorado luciendo como una cabina policíaca de Londres de mediados del siglo XX. El T.A.R.D.I.S. es en su manera tan icónico como el Millenium Falcon o el Enterprise.

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A pesar de su origen extraterrestre, una de las cualidades más presentes en el Doctor es su humanidad; con ese espíritu de aventura y búsqueda de compañerismo que lo caracteriza. No es suficiente que él esté ahí para ver las maravillas del tiempo y el espacio, por lo que tiene que compartir sus viajes con otras personas, generalmente jóvenes de los periodos actuales provenientes de Londres. Supongo que teniendo todo el tiempo y el espacio a su disposición es un poco conveniente que la mayoría vengan de un periodo y lugar determinado, pero se entienden los propósitos narrativos de esta decisión.

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La otra característica distintiva proviene de uno de los más ingeniosos elementos narrativos que he visto en ficción serial: el Doctor se regenera. La relación entre las necesidades de la ficción vis a vis las necesidades del mundo real es un tema interesante (véase: los múltiples Bond o Batman) y la manera en la que Doctor Who las obvio preservando lo mejor de todos los mundos fue brillante. La historia ocurrió así: en el 66, William Hartnell, el Primer Doctor, se encontraba ya enfermo y débil, por lo que se tenía que encontrar una solución. Los productores la encontraron: dado que es un extraterrestre, se estableció que cuando estaba a punto de morir, podía utilizar las fuerzas nativas de un Time Lord para renovarse, dando pie para que lo interpretara otro actor. El Segundo Doctor, Patrick Troughton, interpretaría al Doctor de una manera radicalmente diferente.
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Esto no sólo solucionó los problemas en cuanto a los actores, permitiendo que el show continuara mientras se mantuviera redituable, sino que esquivó con elegancia el problema de la continuidad y la accesibilidad. Es un problema de toda ficción serial; la continuidad que se acumula durante décadas puede llegar a ser opresiva, haciendo cualquier historia impenetrable para nuevas audiencias, pero si se ignora o se elimina, se remueve el significado provisto por esta, así como cualquier tipo de enlace emocional con la audiencia preexistente.
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Cada vez que el Doctor se regenera es un nuevo inicio que no elimina todo lo que lo precede. Un nuevo Doctor trae consigo una personalidad diferente, con sus propios manierismos y excentricidades, así como una nueva interacción con sus personajes de apoyo que nace de estos. No hay necesidad de resetear, rebootear o reiniciar Doctor Who, ya que el cambio es parte intrínseco del concepto. Y como sigue siendo el mismo personaje, mantiene su historia, pero sin necesidad de hacer obsesivas referencias a ella.
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Uno de los mejores ejemplos de lo que hablo es “School Reunion”, el tercer episodio del Decimo Doctor. En él, hace su reaparición Sarah Jane Smith, una de las compañeras más queridas del Doctor, después de más de 20 años. Para mí, que no había visto un solo episodio con ella como compañera, fue un disfrutable vistazo al pasado del Doctor, además de que mostraba interacciones interesantes de ella con el Décimo Doctor, quien no necesariamente es la misma persona que conocía y que en ese entonces tenía una relación muy cercana con su actual compañera. Para los que sí habían experimentado su periodo como compañera, tenía toda la carga emocional que este recuerdo conllevaba. Lo mejor de todos los mundos posibles.
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Por eso no hay necesidad de sentirse intimidado ante los 800+ capítulos de la serie. No es necesario verlos todos. No es ni siquiera necesario ver todos los capítulos que lleva la serie desde que regreso al aire en el 2005. Desde entonces, ha habido 4 Doctores, con el ultimo – el Doceavo Doctor – haciendo su debut el año pasado.
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Pueden iniciar con Peter Capaldi (12), o ir un poco atrás con Matt Smith (11), o empezar junto con Christopher Eccleson (9) esta nueva era del Doctor. Y una vez que queden enganchados, hay mucho tiempo y espacio por explorar. Se puede ver cómo William Hartnell (1) pasó de ser un viejito cascarrabias al personaje que conocemos, o por qué Tom Baker (4) es uno de los Doctores a los que se le tiene más cariño.
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Claro, cualquier buen superhéroe que se precie de serlo necesita de una galería de supervillanos, y Doctor Who cuenta con una de las mejores en la ficción, acumulados durante su larga trayectoria. Tenemos los Cybermen, que con su insistencia a asimilar todo material orgánico los posiciona como antecesores de los Borg de Star Trek, o los escalofriantes Weeping Angels, que se mueven entre parpadeos, pero por encima de todos estan dos: los Daleks y The Master.

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Los Dalek son el resultado de una guerra catastrófica que duro mil años en el planeta Skaro entre dos facciones: los Thals y los Kaleds. Al momento de su conclusión, ya ninguna de las dos etnias sabían la razón por la que había iniciado. Davros, un genio y lider científico de los Kaleds, fue el que creó a los Daleks. Como resultado de la devastación nuclear de la guerra, algunos Kaleds habían empezado a mutar, y Davros aceleró la mutación. Esto causo que los antiguamente humanos Kaleds se convirtieran en criaturas amorfas que necesitaban de una armadura para sobrevivir; habían nacido los Daleks y pronto se convirtieron en los sucesores de los Kaleds. El Doctor se encontró con los Daleks justo en su primer serial, An Uneartly Child, y desde entonces se convirtieron en su principal amenaza y en la de los Time Lords en general. El conflicto llego a su límite durante la Time War que desencadenó en la destrucción total de todos los Time Lords (excepto el Doctor) y los Daleks. Sin embargo, Davros logró escapar y recreó a los Daleks posteriormente, y el Doctor acabó salvando a su gente con la ayuda de sus 13 encarnaciones. Los Daleks buscan la pureza genética, y exterminar a todos los que sean distintos a ellos. Son unos nada sutiles Nazis Espaciales, algo que la serie ha explorado en más de una ocasión, ya que si tienes viajes por el tiempo y Hitler Cósmico, ¿por qué no hacerlo.

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El otro archienemigo del Doctor es el Maestro. Es también un Time Lord de Gallifrey, y, como Superman/Lex Luthor o Xavier/Magneto, solían ser amigos. Solían jugar juntos de niños y su amistad continuó durante sus años de formación académica. Pero a diferencia del Doctor, el Maestro es cruel, vanidoso, maligno y está completamente loco. Se ha enfrentado con el Doctor en muchas ocasiones, y en más de una se le ha dado por muerto, pero siempre regresa para atormentarlo. Como todo Time Lord, tiene la capacidad de regenerarse. Generalmente escoge formas masculinas, pero en su más reciente regeneración prefirió ser mujer y utiliza el nombre ‘Missy’ (de ‘Mistress‘) y actúa como una especia de Mary Poppins demoníaca y quiere probarle al Doctor que es la mejor amiga que podría tener.

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Doctor Who no es un show de Ciencia Ficción. En ocasiones hay buenos ejemplos de Ciencia Ficción, pero generalmente es un show de Fantasía. Es un show cuya más peculiar cualidad es que carece totalmente de cinismo, y tengo que admitir que esa falta de cinismo me alejó de él por mucho tiempo. No podía entender un show así. No parecía encajar en mi paradigma, por lo que lo desestimé por años. Pero eventualmente crecí y me di cuenta de su valor. Steven Moffat, el actual encargado del show, lo describió de esta manera:

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“A lot of our heroes depress me. But you know, when they made this particular hero, they didn’t give him a gun, they gave him a screwdriver to fix things.

They didn’t give him a tank or a warship or an X-wing fighter, they gave him a call box from which you can call for help.

And they didn’t give him a superpower or pointy ears or a heat ray…they gave him two hearts.

And that’s an extraordinary thing. There will never come a time when we don’t need a hero like the Doctor.”

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