“If you get hurt, hurt them back. If you get killed… walk it off”

Todos estuvimos ahí hace 3 años. Lo que parecía imposible por décadas se hizo realidad: por fin veíamos en la pantalla un grupo de superhéroes que nadie creía se podía juntar. Fue una labor titánica, ya que la cinta tenía que fluir de tres otras películas distintas (Iron Man 2 y The Incredible Hulk fueron inconsecuentes) para efectivamente darle vida a un Universo Compartido – la construcción intertextual en la que se desarrollan la mayoría de los cómics de superhéroes. Muchos pensaban que era imposible que pudiera existir, y otros tantos que, de hacerlo, sería algo terrible.

Joss Whedon le calló la boca a todos ellos con The Avengers. No sólo nos recetó lo que fue una de las más finas piezas de entretenimiento pop del Siglo XXI, sino que dio la pauta para todo lo que estaba por venir y dejó a todas los demás estudios cinematográficos corriendo como ratones en laberinto tratando de copiar su éxito, algo que todavía en estos días se han visto incapaces de repetir, ya sea por sus endebles intentos – como Warner Bros. – o aún inexistentes, como Fox. Sony prefirió mejor tirar la toalla.

Más importante, fue la enorme dicha fanboyesca sentida por todos los fans al momento de ver a Captain America, Thor e Iron Man juntos por primera vez. Esa emoción es imposible de recapturar – sólo puede ocurrir una vez. Incluso El ver a Batman y Superman y Flash juntos será ver a el seguidor que viajó detrás de el que delineó el camino. Ver The Avengers por primera vez es algo que no se puede repetir.

Ni siquiera por Joss Whedon.

Pero no es sólo eso; no es solamente que la emoción se sienta sólo la primera vez, o que Whedon tenga demasiadas cosas que manejar en la secuela. Los incesantes despliegues de exhilarantes escenas de acción y heroísmo deberían de dejarnos con una sensación, si bien no al mismo grado, parecida a la que tuvimos al salir de The Avengers. Pero eso no ocurre en esta ocasión. Es como si supiéramos instintivamente que algo está mal, y no es que estemos aturdidos de ver a Thor golpear a un robot genérico por enésima ocasión.

Empecemos por el principio.

I. You’ve Become A Part of a Bigger Universe

La chispa que comenzó el Big Bang del Universo Marvel en el cine fue cuando de las sombras apareció la misteriosa figura encarnada por Samuel L. Jackson. “You think you’re the only superhero in the world?”, preguntó el agente Nick Fury, director de S.H.I.E.L.D. para beneplácito de todos los fans. Esto fue, técnicamente, una exageración que tenía el propósito de exaltar nuestras imaginaciones. Después de todo, sí, Iron Man era el único superhéroe en ese momento. Era un ‘ave María’. Nadie sabía si Iron Man iba a funcionar, ¿y la idea de traer otros superhéroes hasta conformar a los Avengers? Muchos puntos por ambición, pero nada más. Pero gracias en gran medida al carisma de Robert Downey Jr., la cinta fue un éxito. Aunque no tan memorables como esa entrega inicial, Captain America: The First Avenger y Thor hicieron el trabajo que se les había encomendado: establecer los personajes, sus personalidades y sus propósitos, además de introducir tramas que servirían para lo que sería la culminación de la ahora conocida “Fase Uno”: The Avengers. La tarea de The Avengers fue darle suficiente protagonismo a los personajes, contar una historia y, de alguna manera, dejar sentadas las bases para subsecuentes secuelas. Hizo todo ello con aplomo y gracia.

Eran tiempos más simples.

Desde entonces, el Universo Marvel Cinematográfico (O UMC, para abreviar) ha crecido de manera impresionante. Los Tres Principales tuvieron en sus respectivas secuelas eventos que no sólo avanzaron la trama, sino que afectaron sus caracterizaciones; en la TV, el mundo de espías y los eventos de las cintas se exploraron en la bastante irregular Agents of S.H.I.E.L.D. y en la criminalmente infravalorada Agent Carter, mientras que en la sensación del verano pasado, Guardians of the Galaxy, por primera vez vimos con claridad a Thanos, la amenaza intergaláctica – el agente que mueve todas las piezas del Gran Plan de las Tres Fases del productor Kevin Feige.

En comparación, la labor titánica que representó el esfuerzo demiúrgico de The Avengers se queda corto. Si The Avengers fue un acto de malabarismo, Avengers: Age of Ultron también lo es. Sólo que esta vez lo tuvo que realizar mientras que montaba un monociclo, en la cuerda floja, por encima del Gran Cañón. De cabeza. Mientras estaba ardiendo en llamas.

El resultado es en ocasiones impresionante.

II. Now I’m Free

El motor de la trama es la creación de Ultron, una inteligencia artificial que es el resultado de un sistema de protección global con los patrones mentales de Tony Stark y Magia del Guion. No voy a pretender que es una seria exploración de la Singularidad o la Explosión de Inteligencia; no lo es y rara vez pretende serlo. No es ni siquiera un Monstruo de Frankenstein. Es un típico villano de Whedon: ingenioso para las palabras, caprichoso y voluble que tiende a filosofar. Es más Fantasía que Ciencia Ficción: es un Pinocho retorcido que sólo quiere ser un niño de verdad para matar a Gepetto, algo recalcado una y otra vez en los cortos que resultó ser parte de la caracterización y no el simple resultado de que es Disney y que si ya es dueño de todo lo que vale la pena poseer por qué no usarlo. No es el maquiavélico Loki o el profundamente vulnerable Wilson Fisk, pero en lo que respecta a villanos de Marvel, no se desempeña tan mal, en gran medida al gusto con el que James Spader le da su voz.

Lo interesante de Ultron es la fuerza que lleva a su creación, o sea, Tony Stark. Si The Avengers fue una alegoría al 11 de Septiembre – una cultura siendo atacada por fuerzas externas, el Otro – entonces Avengers: Age of Ultron es una alegoría a la reacción que causó ese evento. Vimos que se cubrió parte de ese camino en Captain America: The Winter Soldier, pero en esa cinta fue el resultado de Super Nazis, mientras que aquí es el resultado de las acciones de uno de los más grandes héroes de la Tierra.

¿O no? ¿Es Tony Stark un héroe? ¿Un héroe realmente hablaría de cubrir a la tierra en una armadura? ¿Un héroe realmente impondría su voluntad de la manera en la que Tony Stark lo hace, una y otra vez?

Hace unas semanas, el escritor Jonathan Hickman en uno de sus ejemplares del cómic mensual Avengers delineó a la perfección las características contrastantes entre Tony y Steve Rogers, dándole a Reed Richard un dialogo que los describía así: “You [Steve Rogers] are a good man. You do… good things. Tony, however, is not as simple as us. He’s a future man trapped in the now. His relationships, his morality, his ethics, are highly adaptable. Malleable to what he would call the ‘greater good’ of mankind’s necessary survival

Esa es una profunda exposición del personaje que usualmente sólo podemos ver dentro del contexto de series que llevan décadas de historias dedicadas a fans acérrimos de los personajes. El verla trasladada a la pantalla de la manera que lo hace Whedon y que es el resultado de la caracterización cambiante y de la evolución de un personaje a lo largo de varias películas de alto presupuesto es el tipo de complejidad narrativa que sólo el Gran experimento de Marvel ha podido llevar a la pantalla.

Como contrapeso está Steve Rogers. El heroico y estoico Captain America. Pero el Captain America de Avengers: Age of Ultron no es el mismo que conocimos hace varias películas. Su centro moral es el mismo – un buen hombre que hace cosas buenas – pero los eventos y experiencias que ha tenido le han servido para desarrollar una visión moral muy definida; claro que se va a oponer a las acciones de Tony. Ya vimos en cintas anteriores que la Libertad la defiende por encima de cualquier cosa, mientras que la Seguridad que Tony plantea le es anatema a sus valores.

Lo más importante de todo esto es que la cinta nos muestra este conflicto como algo natural y orgánico; naciente de las caracterizaciones de los personajes a lo largo de varias historias que informan e influyen los eventos de la película. Claro, el debate es resuelto gracias a un muy literal Deux Ex Machina, pero todos sabemos que lo veremos en una forma muy similar el próximo verano. Esto no hace a Avengers: Age of Ultron un “Captain America: Civil War Beta” como he escuchado, sino que lo hace parte de una complicada narrativa contada equivalente a la ficción serial a la que los cómics nos han tenido acostumbrados por décadas.

III. People Pay for Our Mistakes

En el que Thor pisa unos Legos, los quiebra y los esconde debajo del sillón.

No, esperen, primero vayamos a una hora antes, cuando los Avengers están celebrando la destrucción de HYDRA en un bacanal. Ya sólo quedan personas importantes en el After-Party y se sienten tan cómodos que pueden jugar a ver quién puede levantar Mjolnir. Además del campo de batalla, ese es un lugar donde se sienten como en casa. Los Hombres y Mujeres Más Poderosos del mundo, sentados y conversando en el piso más alto del rascacielos en donde se reúnen para hacer las cosas que los Avengers hacen cuando no están peleando. Es un cuadro donde cada pieza se encuentra en su lugar correcto.

Pero tan pronto los trasladas a un lugar con gente y personas normales, son un organismo extraño y ajeno. Y los organismos ajenos tienden a afectar su entorno. Es algo tan simple como Thor pisando un juguete y escondiendo las piezas, pero su poder simbólico es considerable, y es una de las más grandes fallas que aquejan a, bueno, casi todas las películas de superhéroes: una completa y total falta de consecuencias.

El ejemplo más atroz sigue siendo Man of Steel, donde el personaje principal le da un tierno beso a su interés romántico por encima de un literal cráter humeante. Pero no es como si Marvel estuviera libre de toda culpa. Después de toda la destrucción que causo, Loki es mandado a Asgard en medio de una placentera caminata por Central Park, y después de que tres gigantescos portaviones voladores caen a 9 cuadras de la dirección del Presidente de los Estados Unidos (fui a Google Maps y las conté) el único resultado es Black Widow diciéndole al Gobierno “Fuck you, we know better” (parafraseando)

Es por eso que todas esas hermosas escenas de los Avengers rescatando personas inocentes y civiles de la destrucción de Ultron no resultan tan inspiradoras como se supone deberían de serlo. Sí, Captain America es una gran persona que pone las vidas de los demás por encima de la suya, y sus discursos parecen sacados de los mejores guiones de los cómics, mostrando una perfecta mezcla entre compasión y seguridad al decirlos. Pero a la cinta le hace falta aquellos que los haría extraordinarios, porque salvar a tantas personas de una destrucción de la que ellos son indirectamente responsables no es ir más allá del deber, es lo menos que pueden hacer.

Si bien Avengers: Age of Ultron no es la mejor muestra de superheroísmo puro que puede haber, es una de las mejores que muestra a los héroes responsabilizándose de sus actos de una manera que haría sonrojar a Spider-Man. Sólo por eso la pone por encima de todas las demás en esa categoría, incluyendo su antecesora.


IV. You’re An Avenger

Tony Stark y Steve Rogers son las dos fuerzas ideológicas detrás de la temática de la cinta, y Thor es la moneda que decide el resultado. ¿Qué hay de todos los demás miembros del equipo? Es simple. Son usados por Joss Whedon para humanizar la película. Algo considerablemente difícil ya que estamos hablando de una cinta que tiene que responder a las demandas irracionales de un blockbuster de verano, que usualmente involucran tanto CGI como una película de Pixar.

Tenemos el romance-tragico estilo Beauty and Beast (si llega la hora de complacencias, para la siguiente quiero algo de The Lion King) entre Bruce Banner y Black Widow. Se ha criticado mucho a Whedon por elegir darle una pareja a Black Widow e incluso por verla lamentarse de su esterilidad a causa de su entrenamiento, pero el romance y la caracterización sirven para darle a la película un muy necesario respiro entre tanta avalancha de CGI. Pienso que Black Widow no pierde en lo absoluto por lo mostrado en la cinta, y es parte de las distintas facetas que sirven para crear un personaje bien redondeado en todos aspectos. Por parte de Banner, se continua con el tema central de la responsabilidad; después de haber sido manipulado para destruir casi una ciudad entera en la pelea con Iron Man, y ante la posibilidad de seguir poniendo personas en peligro – incluso a la persona a la que ama – decide autoexiliarse al final de la cinta.

La otra parte de la ecuación es Hawkeye, quien después de habérsela pasado la mayoría de la película anterior bajo control mental, recibe una gran cantidad de exposición. Whedon modifica su caracterización para convertirlo en uno de sus arquetipos – piensen en Xander de Buffy; no se sabe exactamente por qué es parte de equipo, pero sirve la función de en ocasiones ser el objeto de burlas y es el encargado de remarcar el absurdo de los acontecimientos. Un largo desvió hacia su hogar, completo con hijos y esposa embarazada, es lo que sirve para examinar la presencia de los Avengers en un organismo distinto que mencione hace unos párrafos. Se podría decir que incluso reemplaza a Coulson como sustituto de la audiencia, cumpliendo la función de ancla entre toda la irrealidad de los acontecimientos.

En adición a los 6 personajes que conformaban el equipo original, se integran 3 más: Pietro y Wanda Maximoff; y Vision, un androide resultado de las maquinaciones de Ultron que acaba desplegando mucha más humanidad que su creador y resulta instrumental para derrotar la amenaza y, posiblemente, tendrá un papel muy importante en posteriores entregas como portador de la Gema de la Mente.

De nuevo, nos encontramos que el arco de caracterización de los gemelos Maximoff sigue los carriles de la temática de la responsabilidad; después de ser usados por Ultron deciden reformarse y unirse a los Avengers, con Quicksilver incluso sacrificando su vida para salvar a los demás.

Como personajes, son apenas esbozos, pero como plot devices resultan excelsos. Wanda sirve para mover la trama a dónde Whedon la quiere llevar, y los tres ejemplifican las ideas que Whedon quiere exporar en la película.

V. It’s About Proving We’re Not Monsters

A diferencia de su antecesora que recibía alabanzas universales Avengers: Age of Ultron ha tenido una recepción considerablemente más mixta. Era de esperarse; la enorme cantidad de elementos que la conforman es terreno fértil para críticas y alabanzas más sutiles y matizadas; entre más cosas Whedon atiborra en las más de horas y media de duración, más se empiezan a juzgar como piezas individuales. Una opinión te dirá que el romance entre Hulk y Black Widow es la parte alta de la entrega, mientras que otros lamentaran una falta de conexión emocional a la subtrama. La parada en la Rockwellesca finca de los Barton hará que algunos condenen la manera en la que detiene el ritmo de la cinta, mientras que otros encontraran ahí partes esenciales. Están también aquellos que alaban la destreza de Whedon por el uso de la combinación de paneos y planos-secuencia para emular las páginas de un cómic, mientras que otros se lamentaran del Genocidio Cultural™ que la cinta representa para ellos, aunque no necesariamente utilicen el dramatismo de Iñárritu para describirlo.

Por mi parte, encuentro difícil desasociar la película del tapiz narrativo del que es parte. Catalogar Avengers: Age of Ultron como “La segunda parte de una trilogía” es estar todavía en un marco de referencia de la década pasada. Una trilogía implica una finalidad que no se encuentra presente en el UMC, además de que disminuye el alcance y ambición presentes en este. Si acaso, sería “Onceava parte de veinte”.

Avengers: Age of Ultron es demasiada película. Demasiados personajes que demandan demasiada atención, demasiadas tramas que demandan demasiado análisis y demasiada acción que demanda demasiada atención. Aunque Whedon lograra salir bien librado en la mayoría de los casos – y en mi opinión, lo hace – la verdad es que tiene que sucumbir a presiones externas y el resultado es, por ende, inconcluso. Puede avanzar a los personajes, pero sólo hasta cierto punto porque aún quedan muchas películas por hacer; puede insertar una o dos críticas al género de los superhéroes, pero tiene que hacerlo de la manera más subversiva posible, porque a fin de cuentas es una película que no puede ni debe desafiar demasiado a su público.

Sí puedes tener demasiado de algo bueno.

Como parte del UMC es dónde realmente radica su valor, y el experimentarlo como un todo es una sensación que nunca había sido realizada antes. Dicho universo se compone actualmente de 11 películas y 4 temporadas de 3 series de TV, con una plétora más por venir y todas y cada de una de ellas se retroalimenta de las demás, con Avengers: Age of Ultron siendo el mejor ejemplo de esto hasta ahora. Llegamos a un punto en el que el todo eleva la suma de sus partes de una manera que nunca se había visto. Podemos amarla u odiarla, pero lo peor que podemos hacer es desestimarla; no es sólo otra película de un verano que desde hace años parece comenzar en mayo; es el ejemplo más concreto de una manera distinta de hacer cine. Sus detractores fallan en apreciar las posibilidades conceptuales que una saga así, contada durante más de una década a través de distintos medios, puede contribuir a la narrativa. Sus fans fallan en percibir lo opresivo que esto puede resultar.

Sin embargo, debo aplaudir a Joss Whedon por lograr una película como Avengers: Age of Ultron. No siempre funciona, pero cuando lo hace, lo hace de una manera más efectiva de lo que comúnmente vemos. Lo más importante: logró una película interesante. Salvo por dos o tres ejemplos, las películas de superhéroes no suelen ser interesantes. Algunas son muy buenas, inspiradoras, conmovedoras o emocionantes, pero rara vez son interesantes. Avengers: Age of Ultron es su despedida, el último adiós al UMC. Dondequiera que vaya le deseo buena suerte.

Se la ganó.

–Héctor

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