A finales de la década de los ochenta de el siglo pasado, y aprovechando la popularidad que había adquirido Batman tanto por la película dirigida por Tim Burton como Year One de Frank Miller, DC decidió lanzar una nueva serie regular, con equipos creativos que rotarían entre cada arco argumental, contando principalmente historias ubicadas al principio de la carrera de el caballero de la noche. Esta serie que abarcaría 215 números (225 si incluímos anuales y especiales) tendría altas y bajas dependiendo de el equipo creativo a cargo. Así pues, es ahí donde se publicaría la maravillosa Gothic escrita por Grant Morrison y con arte de Klaus Janson. Ahí mismo saldría editada Venom, una de las peores historias que he leido con este personaje de protagonista.

Escrita por el legendario Dennis O’Neil y con arte de Russell Braun, Trevor Von Eeden y el también legendario José Luis García-López, Venom narra un periodo un tanto oscuro en la historia de este personaje. Después de que un joven Batman no lograra salvar la vida de una niña, este se ve tentado a probar una droga sintética creada justamente por el padre de la niña, ya que la droga promete ayudarlo a ser mas fuerte. Al parecer Batman es un idiota o al quedar huerfano tan jóven jamás supo que… LAS DROGAS HACEN DAÑO, y por supuesto al poco tiempo de empezar a ingerirlas tiene reacciones secundarias hasta llegar a un punto en que ya es completamente dependiente de ellas. Claro, como es un cómic y Batman pues es, Batman, después de estar encerrado exactamente treinta dias es que logra quitarse la adicción y buscar a los responsables para que no sigan dañando a las personas.

Vean la reacción que tiene este buen hombre al enterarse
que su hija a muerto. Cualquiera podría deducir que
el es el villano de la historia. Cualquiera menos Batman.
  
Honestamente, no sé si la intención de la historia era convencer a los lectores de la época en que las drogas hacen daño (cosa que ya había intentado muchos años antes O’Neil en el clásico Green Lantern #85) pero creo que falla considerablemente, ya que en ningún momento genera una empatía con el personaje principal. De hecho desde un principio podemos intuir hacia donde podría ir la situación. Ahora, si lo que querían era un pretexto para sembrar las bases de lo que serían las futuras aventuras del personaje (los villanos huyen a Santa Prisca, una pequeña isla de la que años después saldría Bane utilizando justamente la droga sintética para volverse mas fuerte), me parece que podrían haberlo hecho sin rebajar tanto al personaje principal. Ahora, debo decir que en general me gustaba el trabajo de O’Neil y compañia el tiempo que estuvieron al frente de Batman, sin embargo ahora me da miedo volver a releer otros clásicos como Knightfall, ya que tengo la sospecha de que no han envejecido con gracia.

¡Batman es vencido por un candelabro!
Creo que en verdad le hacen falta esas drogas.
El arte es cumplidor, pero en realidad no es nada sobresaliente. Nunca he entendido el hecho de que pongan a un dibujante a generar los «layouts» (en este caso Trevor Von Eeden) para después poner a otro dibujante y a su entintandor. Y me parece que si ya tenían a García-López entintando y dibujando las portadas (que sin duda alguna son lo mejor de la serie, en particular la de los números 17 y 18) le hubieran pedido a él que se encargara de el trabajo interior también.

 El otro villano es homófobo, misógino y xenófobo.
¿Estamos seguros que esto no lo escribió Chuck Dixon?

  
En fin, insisto, una historia bastante mediocre, con escenas en verdad malas, que a mi juicio no debería ni siquiera de haber visto la luz. Que pena, en verdad suponía que al ser una historia tan conocida sería mejor.

La mejor escena de toda la historia.
O’Neil debió de haber ganado un Eisner
solo por este pánel.
Vean niños. Si usan drogas se pueden transformar
en Beast, de la maravillosa competencia.
 
#Yun

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