Con la película «Sinners» recalco mi admiración hacia la dupla Ryan Coogler y Ludwig Göransson por su trabajo en cómo la música se vuelve un personaje vivo en sus películas, algo que debe darse por un hecho en cualquier medio audiovisual, pero que solo queda para algunos el elevarlo de manera legendaria. En este renglón entraron en mi club personal de favoritos que son maestros del soundtrack, junto a Quentin Tarantino, James Gunn y Craig Gillespie.

Pero en lo que sobresalen de estos mencionados, es que Ludwig crea su propia música, penetra en el alma de cada género en el que pone sus manos, y nos lo pone en una envoltura excepcional, por lo que vimos que hizo en las películas de Black Panther con la música africana y mexicana, y por eso Coogler lo adora.

Pero entonces nos preguntamos, ¿cómo es que el blues es tan buena elección para contar una historia sobre el pecado, vampiros y lo sobrenatural?

El blues es una ventana a las profundidades del alma humana, un eco de sufrimiento, esperanza y resistencia. Surgió a fines del siglo XIX y principios del XX, como una forma de expresión ante el sufrimiento, la pobreza y las luchas sociales que enfrentaban los afroamericanos tras la esclavitud. Si bien la música blues tiene sus raíces en las canciones de trabajo, los espirituales y las baladas tradicionales africanas, lo que realmente la distingue es su capacidad de reflejar los sentimientos de dolor, tristeza, esperanza y redención a través de un sonido único.

El término «blues» proviene de la expresión «the blue devils» (los demonios azules), que alude a la tristeza o depresión. La música reflejaba los sentimientos de soledad, desesperación y sufrimiento de los afroamericanos debido a la pobreza, la discriminación y las difíciles condiciones sociales.

En sus primeros días, el blues se asoció frecuentemente con el «pecado» debido a la naturaleza transgresora de sus letras y de su origen en las comunidades afroamericanas, que a menudo estaban al margen de la sociedad dominante, en especial en  el sur de los Estados Unidos, donde la moral cristiana puritana dominaba.

Las canciones hablaban abiertamente de temas como el sufrimiento emocional, el desamor, la infidelidad, el alcoholismo y las dificultades sociales. Estas temáticas no se alineaban con las normas morales de la época, lo que contribuyó a que se les percibiera como una manifestación del pecado o de un estilo de vida indulgente y cuestionable. Esto es resaltado en el filme con la relación del padre predicador y su hijo artista.

Además, el blues estuvo marcado por la improvisación, la sensualidad y una interpretación emocional cruda, algo que, en tiempos de estrictas normas sociales y religiosas, también era considerado «pecaminoso». 

Los músicos de blues, especialmente en los primeros tiempos del género, fueron estigmatizados por los sectores conservadores como personas que se entregaban a un estilo de vida relajado, a veces relacionado con el alcohol y las «conductas inmorales». Esta conexión entre el blues y el pecado no solo fue un juicio social, sino también una expresión de las tensiones culturales entre los afroamericanos y la sociedad blanca dominante.

El vínculo con lo oculto, lo sobrenatural y lo misterioso se ha nutrido de varias tradiciones culturales. Por un lado, hay una fuerte relación entre el blues y la mitología afroamericana, que a menudo incorpora elementos de magia, hechicería y lo espiritual. En las primeras décadas del blues, algunos músicos eran considerados «hechiceros» o «poseídos», ya que la forma en que tocaban y cantaban parecía trascender lo terrenal. 

Un ejemplo famoso de esta relación es el mito de Robert Johnson, quien, según la leyenda, vendió su alma al diablo en la intersección de dos caminos a cambio de su habilidad para tocar la guitarra de manera sobrenatural. Esta historia ha sido un tema recurrente en la literatura, el cine y la cultura popular, asociando el blues con pactos con el diablo y lo oculto.

El director Ryan Coogler mencionó que el blues es peligroso y arriesgado, tal como lo fueron las vidas de los jóvenes que le dieron origen, y que genera una gran influencia en la música que le gustaba de joven, como Bone Thugs-N-Harmony, Tupac, B.I.G y DMX. Todos estos ritmos y estilos convergen de forma mágica en “I Lied To You” bajo la espectacular voz de miles Caton. Coogler menciona que lo que estos artistas de su juventud expresaron acerca de la vida después de la muerte, la idea de ser perseguido por lo sobrenatural y el diablo en tu hombro y la intersección de caminos es blues.

En el filme “Sinners”, podemos ver esta intersección o disyuntiva, cuando el vampiro les ofrece una vida sin racismo, donde pueden tomar venganza y atacar a sus enemigos mediante erradicarlos, todo a cambio de perder su humanidad.

Una de las representaciones más emblemáticas de este vínculo entre el blues, lo oculto y el diablo es la película Crossroads (1986), dirigida por Walter Hill y protagonizada por Ralph Macchio y Joe Seneca. La película sigue la historia de un joven guitarrista, Eugene Martone, que busca desentrañar el misterio de la música blues y la leyenda de Robert Johnson. En su viaje, Eugene encuentra a un viejo hombre, Willie Brown (interpretado por Seneca), quien supuestamente fue testigo de cómo Johnson hizo un pacto con el diablo en un cruce de caminos. La trama explora la lucha del protagonista por encontrar su lugar en el mundo de la música, mientras se enfrenta a las fuerzas oscuras representadas por el mito del pacto con el diablo. Y no nos podemos perder el ver en esta película a uno de los mejores guitarristas de hard rock y heavy metal: Steve Vai, toda una leyenda con sus dedos danzando en la guitarra.
La película juega con el simbolismo del cruce de caminos, que en la tradición del blues está vinculado con la venta del alma al diablo. El cruce, como un lugar entre lo terrenal y lo espiritual, es representado como el punto de transformación y sacrificio en la música de blues. Lo cual también está representado en “Sinners”, uno de tantos siendo el sacrificio de una madre para salvar a su hija de los vampiros.

En conclusión, la historia del blues está marcada por su relación con el sufrimiento, la resistencia y la autenticidad emocional. Su asociación con el «pecado» proviene de las normas sociales conservadoras que veían las expresiones emocionales y las luchas de los afroamericanos como algo moralmente transgresor. A lo largo de los años, el blues ha sido vinculado con lo oculto y lo sobrenatural, especialmente a través del mito de Robert Johnson y su presunto pacto con el diablo en el cruce de caminos. Esta leyenda ha alimentado la fascinación cultural con la música de blues como un vehículo para explorar lo místico y lo enigmático. La influencia del blues continúa resonando en la música y el cine contemporáneo, como lo demuestra la admiración de cineastas como Ryan Coogler, quien reconoce el poder transformador de este género musical en sus propias creaciones.

—Esteban Gil

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí