“To Kill a Legend”
Detective Cómics v1 #500
Guión: Alan Brennert
Arte: Dick Giordano
Año: 1981
It will not be a decision born of grief , or guilt or vengeance-…but of awe… and mistery… and gratitude
Casquillos de balas. Perlas. Un niño arrodillado frente a los cuerpos inmóviles de sus padres. Desde que Bill Finger le dio a Batman su origen tan icónico hace más de 70 años cuando nos mostró quien era Batman, y como llegó a ser lo que es, esta imagen ha sido parte del Caballero de la Noche. Se podría pensar que la violencia, la ira y la culpa son parte inseparable del mito de Batman.
Pero, ¿necesariamente tiene que ser así?
Esta es la pregunta que explora Alan Brennert en el número 500 de Detective Comics. En otros tiempos, cuando el Multiverso era un lugar de imaginación desenfrenada, algo está a punto de ocurrir en una de las infinitas Tierras que lo conforman. Una noche inquieta, con Bruce despertando en la madrugada después de recordar la muerte de sus padres, se encuentra con Phantom Stranger, que le trae ominosas noticias: el asesinato de los Wayne ha ocurrido antes en otros lugares, y volverá a ocurrir, pero esta vez, quiere darle a Bruce la oportunidad de prevenirlo. Junto a Robin, pronto se aventuran a esta Tierra paralela.
Superficialmente, esta Tierra parece un lugar similar, excepto por un punto importante: no tiene héroes. No solamente está la ausencia de los superhéroes, sino que carece de héroes mitológicos. No tiene a Gilgamesh, Hércules ni al Rey Arturo. Y no parece que la situación vaya a cambiar. Su Bruce Wayne, apenas un niño de diez años, es petulante, grosero y malcriado. Podríamos asegurar que crecerá para ser el millonario playboy e irresponsable que nuestro Bruce sólo pretende ser.
Robin se pregunta si es justo robarle al mundo lo que podría ser su único héroe – su única figura inspiradora. Claro, esto no es más que sofistería; no hay manera que Bruce vaya a dejar morir inocentes. Desde el momento que cruza el portal hacia esa otra Tierra, su mente está decidida: esta vez, no le va a fallar a sus padres.
No importa que interpretación se tenga de Batman, esa es una de las partes más importantes de su personaje: su sentimiento de culpa. Culpa de sobreviviente. Aunque está totalmente consciente que era apenas un pequeño niño, y que no había manera de lo pudiera prevenir, se sigue culpando por la muerte de sus padres. En algunas ocasiones ha dejado que esta oscuridad lo consuma, y en otras, ha logrado dejarla de lado para convertirse en un ser humano racional y completo, pero aún así ha seguido siendo parte de el.
Entonces, si puede evitar que otra persona se sienta así, lo va a hacer. Fundamentalmente, esa es la razón por la que Bruce Wayne es Batman. Es por eso que gracias a sus habilidades detectivezcas y a su dominio de las artes marciales, es capaz de prevenir que el asesino le robe sus vidas a los Wayne una vez más.
Aunque eso signifique que un Bruce Wayne no va a crecer para ser Batman. Que un mundo no va a tener un héroe. La tragedia es el ingrediente más importante en Batman.
¿O no?
No fue la tragedia la que inspiró a Barbara Gordon a convertirse en Batgirl. No es lo que mueve a Kate Kane para ser Batwoman. No es el motivo de la existencia de Man of Bats, y aunque tanto Richard Grayson y Tim Drake han tenido muchas tragedias en sus vidas – en el caso de Dick, muy similares a las de Bruce – esa no es la razón por la que se ponen un disfraz vistoso y salen a combatir el crimen. La tragedia no es la razón por la que Terry McGinnis continúa el legado del Murciélago en varias líneas alternas. Todos ellos existen gracias a Batman.
En el momento que Batman logra detener al asesino, su heroísmo, su valentía y su presencia logran un cambio trascendental en el joven Bruce de esa Tierra. Se dedicara a estudiar, a leer, a expandir tanto su cuerpo como su mente para que un día, él pueda hacer lo mismo que esa figura misteriosa en el callejón hizo: prevenir que la violencia destruya vidas. Si nuestro Batman tiene como misión prevenir que lo que le ocurrió le pase a alguien más, la misión de este Batman será compartir su suerte; lo que a él no le pasó, no le pesará a nadie más. Es un cambio sutil, pero profundo, que de igual manera continúa siendo completamente fiel al concepto de Batman.
Porque Batman es más que un simple héroe que se pone un extraño traje y golpea criminales; Batman es una idea. Es una idea autoreplicante; una paradoja ontologica. La idea de Batman inspira a Batman. Mientras que Grant Morrison exploraría esto de manera mucho más profunda en su run, aquí vemos le semilla de esta interpretación, décadas antes, cuando se tenía a Batman prácticamente reducido a un nivel de calle que, francamente, no le hacia justicia.
“To Kill A Legend” nos muestra que aunque no se puede deslindar la tragedia de la muerte de los Wayne de nuestro Bruce Wayne, esta no es un ingrediente elemental en lo que respecta a Batman. El Murciélago es un símbolo que nace de la oscuridad, mas no necesariamente de tragedia, para convertirse alquímicamente en un sigil de protección hacia los demás. La historia es como una inyección pura y sin diluir de lo que es el significado de ser Batman.
Pero todo eso va dedicado para aquellos que pasan más tiempo del recomendado pensando lo que un personaje de cómics representa. Para los que no, la historia también funciona en niveles básicos. Alan Brennert es uno de los escritores de cómics más infravalorados que hay – tal vez, porque sólo ha escrito un puñado de ellos – y aquí muestra todas sus cualidades: esta muy bien escrita, es emotiva y nos presenta un claro desarrollo y arco para su protagonista. Si a esto también le añadimos el arte de Giordano (que hace su segunda aparición en mi lista) tenemos como resultado un verdadero clásico, aún si no comparten la idea de Batman siendo la historia fundamental del universo DC.